martes, 12 de julio de 2016

Reina do Brasil (Carlota Joaquina).

Reina de Brasil


Carlota Joaquina (1775-1830), hermana del rey Fernando VII (1784-1833), uno de los personajes más controvertidos de la realeza española. Mujer de evidente ambición política, fue víctima de no pocas insidias por parte de sus muchos enemigos dentro y fuera de España —que incluso llegaron a arremeter contra su aspecto físico, describiendola como un ser deforme e incluso monstruosa— que la acabaron convirtiendo en un personaje incómodo, cuando no antipático, de nuestra historia. Sin embargo, su importancia no es poca, en especial en lo que respecta a la política de España en las colonias americanas.




Memorias secretas de la princesa de Brasil.


Podemos encontrar un memorándum de Carlota Joaquina, donde se puede vislumbrar su carácter tan especial, como sus secretos mejores guardados.





Os adjunto el link de la biblioteca digital, escritas por su anterior secretario Don José Presas 


En noviembre de 1807 las tropas de Napoleón, encabezadas por el general Junot, se lanzan a invadir Portugal. El Príncipe, atemorizado, decide huir a Brasil, acompañado de toda la corte. La Familia Real abandona Portugal en el navío Reina de Portugal el 30 de noviembre. Las escenas de dolor del pueblo son notorias, y las crónicas describen el profundo pesar de la princesa Carlota Joaquina y de la reina María que, en un momento de lucidez, grita a su pueblo: “¿Cómo huir sin haber combatido?”. El 22 de enero de 1808 la Familia Real arriba, con gran algarabía popular, en el puerto brasileño de Bahía de Todos los Santos para desplazarse a Río de Janeiro donde se establecerá la corte.


En tierras brasileñas las intrigas políticas en las que se ve involucrada la Infanta no terminan. En marzo de 1808, la Princesa pretende en convertirse en la autoridad máxima del Virreinato del Río de la Plata, la actual Argentina, alegando que ella era la única representante legítima de la Casa de Borbón española que no había sucumbido al poder de Napoleón. De este modo la infanta Carlota Joaquina se auto proclamaba en la protectora de los derechos de España en las colonias americanas. Pese a que en aquellos tiempos, las maniobras de la Infanta fueron vistas como simples muestras de su ambición personal de convertirse en Reina de España y de las Indias, en la actualidad, los historiadores tienen una opinión más moderada, apuntando a que la princesa Carlota querría en realidad defender los dominios de España de las muchas confabulaciones internacionales que aspiraban a diezmar el imperio español. En cualquiera de los casos la Infanta nunca consiguió sus objetivos —pese a que en Argentina encontró un gran número de seguidores que se reunieron en el llamado Partido Carlotista—, ni el gobierno español la reconoció jamás como representante de los intereses de España en el exterior.


Dos hechos vuelven a cambiar el rumbo de la vida de la Infanta. El 20 de marzo de 1816 la reina María fallecía en Río de Janeiro. Don Juan se convertía en ese momento en Rey de Portugal, Brasil y el Algarve y la infanta Carlota Joaquina en Reina consorte y emperatriz honoraria de Brasil. Por otro, la situación en Portugal se hace insostenible desde un punto de vista político y social. En enero de 1821 las Cortes lusas piden el retorno de los Reyes para apaciguar la coyuntura. Los Reyes, finalmente, vuelven a Lisboa en julio de ese año.

Sin embargo el regreso de los Soberanos fue amargo. El Rey fue obligado a jurar una Constitución liberal que no le satisfacía en absoluto. La Infanta, de hecho, se negó a aceptar la Carta Magna y le fue retirado el título de Reina. Comenzaría Carlota Joaquina a conspirar contra el gobierno, especialmente a través de su hijo Miguel, que lideró una revuelta absolutista. Finalmente fracasaría en sus intentos de imponerse sobre su padre y acabaría exiliándose. La posición de la reina Carlota Joaquina quedaba muy debilitada.


El 4 de marzo de 1826 el rey Juan VI moría —hoy se sabe que fue víctima de envenenamiento con arsénico, si bien se especula aún sobre el autor de la fechoría, siendo la reina Carlota Joaquina y su hijo Miguel los máximos sospechosos—. Su hijo Pedro fue nombrado rey como Pedro IV de Portugal (1798-1834). La reina Carlota Joaquina moriría el 7 de enero de 1830 de un ataque de hidropesía. Sus restos descansan junto a su marido en el Monasterio de San Vicente de Fora, en Lisboa.