jueves, 21 de febrero de 2019

IX/IIX/MDCCXXC _ PQ 17.

Acción del 9 de agosto de 1780


Tras ordenar Córdova el ataque, las rápidas fragatas se dirigieron hacia la flota británica, seguidas por los navíos de guerra. El comandante británico, John Moutray, tras constatar la abrumadora superioridad del enemigo se dio a la fuga con los tres buques de escolta, iniciando los buques mercantes una desbandada. Ante esta situación, Córdova dio desde el Santísima Trinidad la señal de «caza general», empezando una desordenada persecución en la que los buques españoles y franceses iban seleccionando y capturando presas según su propio criterio. Una vez alcanzados, los mercantes se iban entregando sin presentar oposición ya que si bien todos ellos iban armados, poco podían hacer frente a los poderosos navíos de línea. La caza se prolongó hasta la noche, capturándose en total hasta 52 buques británicos de los 55 que componían el convoy. Las fragatas siguieron buscando a los buques huidos hasta bien entrada la madrugada, pero no consiguieron apresar a ninguno más.

Iniciada la inspección de los buques apresados, los aliados comprendieron la importancia del golpe asestado al Reino de Gran Bretaña, pues no sólo se habían capturado 52 buques, sino también 80 000 mosquetes, 3000 barriles de pólvora, gran cantidad de provisiones y efectos navales destinados a mantener operativas las flotas británicas de América y el océano Índico, vestuario y equipación para doce regimientos de infantería, y la ingente suma de 1 000 000 de libras esterlinas en lingotes y monedas de oro (todos los buques y bienes capturados estaban valorados en unas 600 000 libras). Además se hicieron cerca de 3000 prisioneros, de los cuales unos 1400 eran oficiales y soldados de infantería que pasaban como refuerzos a ultramar.
                                                              La Santísima Trinidad

Consecuencias

Las pérdidas supusieron para el Reino Unido el mayor desastre logístico de su historia naval, superando incluso al sufrido por el convoy PQ 17, perdido frente a fuerzas alemanas más de un siglo y medio después, durante la Segunda Guerra Mundial. El número de buques y hombres capturados, así como la cantidad de más de 1 millón de libras esterlinas en lingotes y monedas de oro que pasaron a manos españolas, provocaron fuertes pérdidas en la Bolsa de Londres, lo que perjudicó gravemente las importantes finanzas que el Reino de Gran Bretaña mantenía para poder sostener las lejanas guerras que libraba.

Los españoles se comportaron con gran humanidad con sus prisioneros, devolviendo el generoso trato recibido por sus compañeros por parte del Almirante George Brydges Rodney.3

Esta victoria española, añadida a las graves pérdidas ocasionadas por los temporales del Caribe provocó una crisis financiera entre los aseguradores de marina de toda Europa.4​ Muchos entraron en bancarrota, y las tasas de seguro de guerra, ya elevadas, subieron a niveles desorbitados. También se incrementó el descontento público contra el ministro británico y la dirección de la Royal Navy.

Cinco de los barcos capturados fueron puestos al servicio de la flota española. La armada de España comisionó el Hillsborough de 30 cañones como Santa Balbina de 34 cañones; el Mountstuart de 28 cañones como el Santa Bibiana de 34 cañones; el Royal George de 28 cañones como el Real Jorge de 40 cañones.56​ El Godfrey de 28 cañones como el Santa Paula de 34 cañones y el Gatton de 28 cañones como el Colón de 30 cañones.7


Convoy PQ 17


El Convoy PQ 17 fue uno de los grandes convoyes enviados en 1942 por los Aliados bajo el mando británico, como ayuda a la Unión Soviética, cuya connotación histórica radica en la gran cantidad de buques (68%), materiales y vidas que se perdieron debido a reiterados ataques de submarinos y aviones alemanes. Este hecho se debió a una serie de errores de la inteligencia militar británica y al mal manejo estratégico situacional y es parte de la llamada Batalla del Atlántico.







                                                    Orden de Calatrava XCLVIII