lunes, 28 de mayo de 2018

Dormir bien para un futuro mejor.



El estudio de las fases del sueño se realiza mediante varios instrumentos tales como:

- Electroencefalograma (EEG)
- Electromiograma(EMG)
- Electrooculograma (EOG)

Se recogen parámetros tales como la frecuencia cardiaca, el ritmo respiratorio y la conductancia eléctrica de la piel. El sueño está formado por ciclos de sueño de ondas largas, ondas cortas (ambas conforman el denominado sueño No-REM) y sueño paradójico o sueño si-REM. Los ciclos de ondas cortas y sueño paradójico o si-REM se alternan entre sí y duran unos 90 minutos. En una noche pueden darse entre 4 y 6 de estos ciclos.



Etapas

Durante el período en que descansamos el sueño pasa por diferentes fases:

Sueño no REM : 1-4
Sueño de ondas lentas: fases 3-4 su duración es de unos 90 minutos

Etapa 1 (Adormecimiento): Es un estado de somnolencia que dura unos diez minutos, donde el EEG muestra una cierta actividad de onda theta (3,5-7,5 Hz). Es la transición entre la vigilia y el sueño. Se pueden dar alucinaciones tanto en la entrada como en la salida de esta fase. Esta etapa ocupa el 10 % del tiempo total del sueño.

Etapa 2 (Sueño ligero): Disminuyen tanto el ritmo cardíaco como el respiratorio. El registro del EEG muestra períodos de actividad theta, husos del sueño y complejos K. Los husos del sueño son conjuntos de ondas de entre 12 y 14 Hz que suceden varias veces por minuto entre las fases 1 y 4 del sueño. Los complejos K son ondas agudas que aparecen de forma abrupta y actúan como mecanismo de inhibición para que el sujeto no se despierte. De este modo, sufrimos variaciones en el tráfico cerebral, períodos de calma y súbita actividad, lo cual hace más difícil despertarse. En algunos casos, se llega a un proceso en el cual nuestras pulsaciones son extremadamente bajas y el sueño es tan profundo que el cerebro presenta dificultades para registrar contacto con el cuerpo, por lo que manda un impulso para corroborar que dicha conexión entre el cerebro y el cuerpo esté en normal funcionamiento. Este impulso produce una reacción, la cual es abruptamente recreada por la mente, por lo que se produce una sensación violenta y el cuerpo actúa sobre la base de dicha sensación, generalmente con un violento y rápido movimiento del cuerpo. Aquello último es popularmente conocido como "Soñar que caemos". (50 % del tiempo).

En la misma surgen esporádicamente dos grafoelementos típicos del EEG del sueño: las espigas del sueño (ondas puntiagudas) y los complejos K (picos repentinos).

Etapa 3: Fase de transición hacia el sueño profundo. Pasamos unos 2 - 3 minutos aproximadamente en esta fase.

Etapa 4 (Sueño Delta): Fase de sueño lento, las ondas cerebrales en esta fase son amplias y lentas así como el ritmo respiratorio. Cuesta mucho despertarnos estando en esta fase, que dura unos 20 minutos aproximadamente. No suelen producirse sueños. Ocupa el 20 % del tiempo total del sueño. Se considera que ésta es la fase que determina una buena o mala calidad del sueño en términos de su eficiencia, esto es, la experiencia subjetiva de que el sueño ha sido o no reparador.
Fase REM: fase en la que el cerebro está muy activo, el tronco cerebral bloquea las neuronas motrices de manera leve que no nos podemos mover. REM proviene de la frase en inglés Rapid Eye Movement (Movimiento Rápido del Ojo), debido al característico movimiento de los globos oculares bajo los párpados. Ésta es la fase donde soñamos y captamos gran cantidad de información de nuestro entorno debido a la alta actividad cerebral que tenemos. En esta fase se muestra una actividad cerebral semejante a la de la vigilia.

A lo largo de la noche, el sueño lento (NREM) se alterna con sueño paradójico (REM). El total del sueño paradójico es el 25 % del sueño.

Los trastornos del sueño se clasifican en disomnias, parasomnias, alteraciones del sueño relacionadas con causas médicas o psiquiátricas y otros trastornos del sueño, que afectan de un modo más o menos acentuado a las diferentes fases del sueño. Así mismo, algunos fármacos utilizados para el tratamiento de los trastornos del sueño pueden modificar la arquitectura del sueño, por lo que deben ser administrados bajo estricto control médico, siendo el médico el que debe valorar la relación coste/beneficio de su administración de forma personalizada, y nunca el paciente.





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