La alcazaba fue centro de varias rebeldías contra el poder del emir cordobés, como la protagonizada por Calib ben Hafsum en 886, que partió desde Zorita para saquear Toledo. También Abderramán III usó la alcazaba de Zorita en su campaña para recuperar la cora de Santaver en el 924 y fue centro los años posteriores de las rebeldías contra el califa de Córdoba.
A mediados del siglo XI Al-Mamún, rey de la taifa de Toledo, cedió la ciudad de Guadalajara y gran parte de La Alcarria, entre ellas la zona de Zorita, a Alfonso VI de Castilla con el fin de ayudarle a ocupar el trono de Castilla frente a su hermano Sancho II, por lo que la ciudad pasó a manos castellanas en cuanto Alfonso accedió al trono en 1072.4 En 1097 Alfonso VI nombró a Alvar Fáñez alcaide de Zorita, aunque fue derrotado en 1110 por las tropas almorávides, que recuperaron la alcazaba. En 1124 fue conquistada por los caballeros templarios para el Reino de Castilla en 1124, que pudieron mantenerla a duras penas ante las tropas almohades.
En 1174 Alfonso VIII de Castilla cedió la alcazaba de Zorita a la nueva Orden de Calatrava, que siguieron utilizando como plaza fuerte ante las cada vez más escasas incursiones andalusíes, y en 1180 concedió el fuero a Zorita, donde incluía el derecho de pontazgo, haciendo de la villa un lugar de paso protegido por su castillo. Dentro del recinto de la alcazaba, los calatravos construyeron unas dependencias monásticas que fueron el centro de la orden a principios del siglo XIII
La alcazaba fue el principal refugio de la Orden de Calatrava tras su derrota en la batalla de Alarcos en 1195, desde donde se reorganizó. Para ello, reforzaron el castillo con nuevas murallas y dependencias, entre ellas la iglesia en su interior. Fue el centro de la orden hasta la victoria castellana en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, cuando volvió a controlar sus dominios desde Calatrava la Nueva.
fuente: Zorita de los Canes
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